lunes, 12 de septiembre de 2011

DEBORA ARANGO

BIOGRAFIA

Desde niña mostró buenas aptitudes por la pintura y el arte, años después ingresó al Instituto de Bellas Artes de Medellín. Fue alumna del Maestro Eladio Vélez, quien le enseñó los secretos del dibujo y del Maestro Pedro Nel Gómez; en el taller de este último aprendió la dinámica de la forma, la vitalidad del moviminto, el colorido. Mientras tanto, en la biblioteca de su tía, descubrió a los filósofos y escritores de todas las tendencias; por intermedio de sus hermanos, estudiantes de medicina, accedió a libros de anatomía que le permitieron el estudio del cuerpo humano.


En 1937 expuso acuarelas de paisajes, animales y naturaleza muerta, junto a sus compañeras del taller de Nel Gómez. En 1938 se apartó de su maestro y comenzó a trabajar sola, experimentando con desnudos de tamaño natural y pintando escenas de la vida real. Un año después participó en la "Exposicion de Artistas Profesionales" en el Club Unión de Medellín donde expuso acuarelas y óleos, incluyendo dos desnudos, uno de ellos "Cantarina de Rosa": ganó el primer premio y el escándalo estalló. La sociedad política e intelectual repudió su obra y la calificó de sórdida, impúdica y pornográfica.

En 1946 viajó a México para perfeccionarse y estudiar a los muralistas; de regreso, en 1948, expuso en Medellín, pero su desnudo, esta vez "La adolescencia" volvió a escandalizar a la sociedad.

Rebelde, transgresora, audaz, polémica, talentosa, Débora abordó la crítica social y política de su país y de su época: pintó obreros marginados, monjas, prostitutas, mujeres relegadas, el dolor y el maltrato, la situación política y las manifestaciones populares. Interpretó la realidad cotidiana, denunciando la violencia de una sociedad llena de prejuicios ancestrales. Fue la primera mujer colombiana que se atrevió a pintar desnudos, por lo que fue duramente criticada, también lo fue por los retratos de conocidos políticos pintados con forma de animales.


OBRAS:

"El día llegará, dijo Débora Arango en el decenio de los cincuenta, en que el medio sea más comprensivo". Los periodistas de entonces manifestaron igual esperanza: "Estamos seguros que en un corto plazo, y el día no esté lejano, se reconocerá la obra artística de Débora Arango, sus valores dramáticos, su poderosa expresión".

La persona y la obra de la antioqueña Débora Arango han sido objeto de tratamientos muy disímiles, no sólo debido a cambios en la moda o el gusto, sino por causas indeterminadas que aún están por precisarse. Cada vez que su obra es exhibida, se plantean interrogantes sobre el carácter de su arte, sobre la validez de las metas que se trazó, esto es, sobre aquello que se denomina la voluntad artística. Han sido tan controvertidas las aproximaciones a su vida y a su producción, que aún el clero ha aportado sus propias versiones especulativas. Fue el caso de monseñor Salazar, arzobispo de Medellín, quien asombrado de las descripciones que hicieron de su arte los moralistas, llegó a preguntarse sonriente: "¿No será una de esas mujeres medio locas [...] algo así como una Teresa de Jesús? ".

Inexplicablemente, su nombre fue suprimido de la segunda edición del Diccionario de artistas en Colombia (1979), de Carmen Ortega Ricaurte, en el cual figuran acuarelistas menores, algunos de ellos contemporáneos y coterráneos suyos, como César Uribe Piedrahíta (1897-1952). En Crónicas de arte colombiano.1946-1956, libro de Casimiro Eiger recientemente publicado y que cubre épocas en las cuales Débora aún estaba activa como artista, su nombre se reseña una sola vez, con motivo del I Salón de Arte Femenino realizado en el Museo Nacional en 1951. La antioqueña no participó en dicho evento porque, según el crítico, "las organizadoras del certamen mezclaron obras de las verdaderas artistas con las de todas las distinguidas damas residentes en Bogotá que dedican algunos momentos de su ocio a la decoración o a la acuarela [...] Esta aparente liberalidad alejó de la exposición a varias de las artistas más serias que militan en las diversas corrientes del arte colombiano [...] Así no hemos encontrado en el catálogo los nombres de Alicia Cajiao, Cecilia Aya, Lucy Tejada, Sofía Urrutia, Fanny y Débora Arango, Henna Rodríguez, artistas todas conocidas en el país y que han demostrado su talento con exposiciones individuales".

Por su parte, la crítica de arte Marta Traba no mencionó a Débora Arango ni siquiera cuando enjuició con pasión el muralismo antioqueño, al desarrollar su tesis sobre el "Descompromiso de América Latina". Según ella, a la generación de Pedro Nel Gómez (1899-1984) "le faltó en bloque sensibilidad, buen gusto y capacidad creadora". Semejante generalización demuestra que Marta Traba no se detuvo en los artistas que florecieron después de Pedro Nel Gómez y antes de Alejandro Obregón (1920-1992). Esta actitud se explica, en un principio, debido a la juventud de la crítica argentina y después, a su interés por promocionar el arte de quienes surgieron a partir de Obregón y Fernando Botero (1932).



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